Es difícil hablar de Tantra si antes no lo has experimentado. Es la conexión con lo divino de cada uno, ver lo mejor del otro, recordar lo que ya existe dentro de nosotros desde siempre pero, que con el tiempo fuimos olvidando.
El Tantra es recuperar la inocencia, el respeto por el cuerpo, hacer el amor y dejar que las lágrimas recorran tu rostro en un sentimiento profundo de unidad, no sólo con la pareja sino con la humanidad entera. Es hacer el sexo con el corazón, sin prisas, sin expectativa, viviendo el momento presente, no buscando nada, ni siquiera el orgasmo, desde el placer y el amor llega todo lo demás.
El Tantra no son técnicas para aguantar más la erección, o tener más orgasmos. El sexo tántrico busca el éxtasis, siente y es tanto el placer que, el cuerpo reacciona al dejar que sea el corazón quien lo dirija. El Tantra es una forma de vivir, nos enseña a conocer y manejar nuestras emociones, es saber que la energía se transforma, si somos capaces de dirigirla podemos manejar nuestra vida, como un buen pintor maneja sus pinceles.
Allá por la India había un maestro caminando por un sendero y se encontró el camino lleno de plantas venenosas, las miró, dio media vuelta y dijo: "por aquí no puedo pasar", después llegó otro maestro, las vio y dijo: "si esto está en el camino hay que pasar" cogió carrerilla y pasó corriendo, después llegó un tántrico las vio y dijo: "¡Oh, plantas venenosas! voy a entrar a ver qué hay debajo, se metió y exploró. Este cuento es Hindú y la palabra venenosa en sánscrito quiere decir emoción. El tántrico no da la espalda a las emociones, las acepta y las vive, sabe que son el motor de la vida.
La diferencia del sexo convencional al tántrico es el nivel de entrega, de fusión, la actitud que se lleva a todo lo que hacemos el resto del día, no sólo en la cama. El sexo tántrico es curativo, es sensibilidad, es desapego, es éxtasis, es compasión, es VIDA.
Madhu.
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